El jabalí es un mamífero de tamaño mediano con una cabeza grande y alargada, en la que destacan unos ojos muy pequeños. El cuello es grueso y las patas son muy cortas, lo que acentúa aún más su rechoncho cuerpo, en el que es mayor la altura de los cuartos delanteros que los traseros. El jabalí compensa su mala vista con un importante desarrollo del olfato, que le permite detectar alimento, como trufas o vegetales y animales bajo tierra, o incluso enemigos a más de 100 metros de distancia. El oído está también muy desarrollado y puede captar sonidos imperceptibles para el ser humano.
Sus pelos son gruesos y negros midiendo entre 10 y 13 cm en la cruz y unos 16 cm en la punta de la cola.
El color de la capa o pelo es muy variable y va desde colores grisáceos
a negro oscuro, pasando por colores rojizos y marrones. Las patas y el
contorno del hocico son más negras que el resto del cuerpo. El cambio de pelo tiene lugar hacia mayo junio, aunque la hembra con crías muda más tarde. En verano, las cerdas son más cortas.